Ella está en camino.
Camina descalza por el polvo de la ciudad,
arrastrando un murmullo que nadie entiende
pero todos desean.
En la quietud,
su respiración golpea como un tambor enterrado,
ronca y tibia,
capaz de estremecer la sangre más cansada.
Ella lame la grieta de los muros,
se mete en los pliegues de las camas sin nombre,
huele a hierro,
huele a leche,
huele a promesa que arde en la garganta.
No pide nada,
sólo se deja oír,
un jadeo leve que se mezcla con el viento.
Y quien escucha ya no duerme igual,
ya no besa igual,
ya no calla igual.
Ella está en camino.
Y cuando llegue,
será caricia y puñalada,
será canto y desgarro,
será el mundo desnudándose
en nuestra piel sucia.
Imagen: Paolo Pellegrin